Minggu, 25 Mei 2014

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Los abandonos de la hinchada de River

El abandono más cruel (1981)
El martes 21 de abril de 1981, River se enfrentaba a Deportivo Cali por la Libertadores. Los de Núñez ganaban 1 a 0, en un Monumental con varios huecos evidentes... Sin embargo, el partido lo terminó perdiendo 2-1. Así, no sólo demostraba que el apodo 'gallina' le viene de maravilla, sino que quedó eliminado de la Copa.

Los hinchas insultaron a su ídolo Labruna, y hasta cantaron por el 'Toto' Lorenzo para avergonzarlo. También tiraron monedas e hirieron a Tarantini. Luego se dirigieron al Hall y, como era de esperarse, lo destrozaron. En pleno caos, se tomó una decisión entre los hinchas emplumados un tanto insólita: abandonar al equipo para el partido siguiente de local. 


El 24 de abril del mismo año, los hinchas de River demostrarían que la amenaza iba en serio: Frente al Junior en el Monumental, ya sin chances de clasificar a Octavos, los jugadores ingresaron a un estadio completamente vacío, a excepción de unos pocos plateístas que sólo concurrieron para insultarlos. En las populares no había un alma.

A pesar de ir ganando... (1980)
7 de septiembre de 1980. En el campeonato Nacional, River debuta ante Independiente Rivadavia de Mendoza, en el Monumental. El equipo de Núñez ganó 2 a 0, pero aún así, el fútbol no fue el que acostumbraba a ver el hincha de River en esa época, en la cual el club plumífero se había consagrado recientemente tricampeón. Para mostrar su disgusto con el estilo de juego que planteaba el equipo de Labruna, los hinchas empezaron a retirarse del estadio faltando 15 minutos para que el encuentro concluye. Totalmente aborrecedor. 


El abandono contra Ferro (1984)
El 30 de mayo de 1984, en la final del Campeonato Nacional, River perdía 1-0 ante Ferrocarril Oeste. En la final del campeonato, y faltando 20 minutos todavía por jugarse, el hincha riverplatense ideó una forma de abandonar el partido pero de un modo más peculiar: hacer quilombo. Sí. No conformándose con irse de la cancha, el hincha de River prendió "una fogata" en las tribunas. Prendiendo fuego los tablones, se colgaron al alambrado para que el árbitro suspendiese el partido. Una vez hecho esto, el hincha de River, satisfecho con sus acciones, abandonó el estadio.


Abandono y caos (2007)
27 de septiembre del 2007. River Plate se enfrentaba al Botafogo por la
Sudamericana en el estadio Monumental. La cosa iba complicada, cuando el equipo brasilero se puso 2-1 por encima del gallina. A los 20 minutos del segundo tiempo, los hinchas de River abandonaron el estadio en masa. Muchísimos escaparon del bochorno y no se la bancaron, pero muchos más se dirigieron al Hall para descargar su bronca. Los insultos llovían por todos lados, y tenían como apuntados principales a Passarella y Aguilar. Abandonar de por sí es triste, pero abandonar para ir a insultar al equipo.


Una de las cosas más irónicas de este suceso es que el Diario Olé, hoy principal medio ¿periodístico? a favor de River, hizo mención a la actitud de los hinchas y los premió con el premio Chenemigo. Claro que, para eso entonces, Farinella no era director, por lo cual no habían vueltas para encarar la verdad sobre el club emplumado. Pero para rematar, aquellos hinchas que se fueron al Hall a putear a los dirigentes y jugadores, seguros de que el equipo había perdido, y aquellos que corrieron a sus casas eludiendo la verguenza, se enteraron de algo atónitos: luego del abandono masivo, River metió tres goles y dio vuelta la historia; el partido concluyó 4-2 a favor del pobre club.

Desde que River se hundió en su propio bochorno, el hincha de Boca está acostumbrado a escuchar como pobre argumento por parte de un gallina: "Abandonaste contra Ferro", cuando su club también lo hizo y ante el mismo club. Luego se mofa de que un par de plateístas abandonen de en vez en cuando. Pero a grandes escalas, la mentira se acabó. Si querés hablar de abandonos, gallina, hablemos.
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Senin, 19 Mei 2014

Published 06.20 by with 0 comment

Boca es el club más ganador de Argentina

¿35? Mirá vos, lindo numerito. Pasa que, sin embargo, es poco más que la mitad del número más grande: el 63. Sí, gallina, disfrutá el campeonato, la consagración, gozá, hacé lo que quieras, pero con la mentira no, por favor. Estamos hartos de mentiras. Ya escuchamos que la AFA nos ascendió (y en realidad lo que hizo fue no descenderte a vos), ya leímos que River es el más popular (cuando en realidad según todas las encuestas Boca tiene más cantidad de hinchas y es el equipo argentino que más entradas vendió en la historia), ya vimos que son el equipo con más socios (y sin embargo Boca es el equipo de Latinoamérica que más asociados tiene). Aflojemos con las mentiras. No nos llevan a nada.


Muy bien. Decís que sos el más campeón de Argentina con 35. Ahora te explicamos por qué no lo sos.

Parece una manía tuya, gallina, la de cubrirte con un manto difuso e ilegible. ¿A qué te referís con la expresión "35, somos los más campeones"? No terminamos de entender. ¿Es que, acaso, te referís a nivel nacional? Entonces estás pasando un dato enorme: que te olvidás de otros títulos. Porque estás hablando de quién es el más campeón de Argentina, así que te contamos quién lo es.

Y la respuesta es Boca, por supuesto. 63. 63 trofeos tiene Boca en sus vitrinas. 63 títulos oficiales. 30 ligas de AFA, 18 Copas Internacionales, 11 Copas de AFA, 3 Copas Rioplatenses, 1 Título de Honor. ¿Cuánto suma? Sí. 63. ¿Cuántos vos?

La info la arrojó Historia de Boca, quien se empeña obstinadamente en dejar en explícito las realidades sin traumas y como son. ¿Por qué no contamos todos los campeonatos, gallina, como es debido? ¿Por qué esa insistencia en contar sólo algunos? Decís que sos el más campeón de Argentina. Pero, en realidad, el 63 te queda grande, y te das cuenta. ¿Duele el numerito? Sí. Todos lo sabemos.

Vos, River querido, estás abajo. Muy abajo. Lejos estás del 63. ¿Será por ello que descontás algunos, los escondés bajo la alfombra? Pero no sirve de nada. Porque las mentiras se acaban, y esta se acabó. Boca dio 63 vueltas olímpicas en su historia, y nunca descendió. En aliento es el mandamás, y en cantidad de hinchas arrasa al resto de los clubes. Y, como explicó La Passucci: no rompe su Hall.

63 son inalcanzables. Y vos lo sabés.
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Sabtu, 10 Mei 2014

Published 06.23 by with 0 comment

Quedáte un rato más

No te nos vayas, Diez. Vos sos lo más grande que tiene Boca. Vos sos lo más grande que alguna vez tuvo. Mirá el escudo que portás en tu pecho. ¿Ves las estrellas? No las cosió un tipo; las construiste vos. El hincha lo sabe, el verdadero hincha, ese que te alienta hasta cuando estás roto, que te grita su cariño a pesar de que la tires a la mierda, porque eso no importa, porque el presente es irrelevante. Y sin embargo, irrelevante y todo, vos hoy en día sos el único que juega. Este tipo, el Burrito Martínez, juega de a ratos y corre a las atolondradas, y cobra lo mismo que vos. ¿Cuántos goles metió en el torneo? ¿2, 3? Y vos, que no sos delantero y que jugaste la mitad del torneo, metiste 5. ¿Por qué creés que el hincha te quiere? No te ama por la gloria, por el oro, por haber hecho de Boca un club más grande; después de todo, si así fuera, serías un ídolo más, e ídolos tenemos muchos. El hincha te ama porque vos sos el distinto, ese que en la cancha no es uno más, ese que marca la diferencia, el de los códigos, el que no corre como Messi pero define un partido como ningún otro. Tus palabras nos identifica. Cuando le espetás al periodista "No te gusta hablar de fútbol, ¿no? Hablemos de fútbol", no estás siendo un arrogante de mierda, sino, ese hombre humilde que representa al hincha de Boca, ese que no quiere armar quilombo, no quiere hacer del club de sus amores un cabaret, simplemente quiere ver a su equipo jugar, quiere verlo ganar, quiere salir campeón y que la vuelta que da no se le olvide más. Así sos vos, así somos nosotros. Ningún otro nos representa como nos representás vos. Vos sos Riquelme, el de mirada despectiva con aquellos que se la merecen y sonrisa febril con los justos. Vos sos ese que a un nene de diez años le acaricia del otro lado del alambrado, y que sin embargo termina el partido y se enfrenta a la prensa. Y contáme, ¿por qué la prensa se te tira en contra? Porque vos no das de qué hablar. Sos un tipo sencillo, Román, que no se va a un boliche luego de un partido para garcharse a minitas, que nunca le metió los cuernos a su mujer, que siempre amó a su hijo, que siempre tuvo de amigo a su hermano, sos esa persona chapada a la antigua, que en esta sociedad perdida falta.


¿Sabés, Román, lo que me van a preguntar mis hijos? "Papá, ¿es verdad que vos viste jugar a Juan Román Riquelme?", van a susurrar admirados. Y sí, la respuesta es sí, yo te vi jugar. Y sin embargo, no quiero dejar de verte hacerlo. Esto puede quedar en la nada, porque en este embrollo de especulaciones y verdades, no puedo rescatar ninguna con solidez. Quizás hable al pedo, quizás no te vayas nada, no se te haya cruzado por la cabeza; Dios quiera que así sea. Pero tu hermano se enorgullece de vos con palabras melancólicas, Bianchi guarda silencio diciendo que tiene sus razones (¿será que él, tu papá bostero, ya sabe que no querés seguir, en caso de que no quieras?) y vos pedís 50 camisetas para entregarlas este domingo. Paranoia o no, todo apunta a que te vas. Y no quiero. No quiero que este romance termine, aunque seguirá después de tu nombre. Porque yo seré riquelmista, aún cuando Riquelme no exista más. Aún cuando no existas. Pero ahora existís, ahora sos el más grande, ahora y siempre, y no te quiero perder. ¿Cómo se pueden contener las lágrimas? No te podés ir, Román. El hincha te quiere, el hincha quiere verte seguir. No abandones la batalla, tu papá bostero sigue un rato más, aguantálo, terminá con él, victoriosos o no, quién sabe, pero al menos con la cabeza en alto, y juntos, tomados del brazo como en aquél entrenamiento vespertino, él lleno de gloria, y vos de historia. No te vayas. Quedáte un rato más. El pueblo te lo pide; ese pueblo que está ahí, a tu lado. Mañana, pasado, y el día siguiente. Eternamente, Román. Eternamente con vos.
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Jumat, 02 Mei 2014

Published 06.24 by with 0 comment

1992 : El día que el alambrado no aguantó la locura de la hinchada

20 de diciembre de 1992, Bombonera. El ambiente se palpitaba tenso, ansioso. En una Bombonera rebosante, el hincha de Boca esperaba el momento en el que los jugadores ingresen y cumplan su rol. Se vivía el nerviosismo. Y es que, en ese partido, se definía el campeón.

A Boca le alcanzaba con un empate para consagrarse después de 11 años sin haber gritado campeón. Era el Torneo Apertura del año correspondiente, y el Xeneize se enfrentaba a San Martín de Tucumán con el afán de al menos sacar un empate y sacarse la mufa de encima. Los bosteros que concurrieron a la cancha se sentían al borde del paro cardíaco. Sabían lo que estaba en juego.

El recibimiento al equipo fue caótico. Las gargantas de aquellos miles que asistieron al encuentro no gritaban; rugían. Y, una vez el árbitro pitó el silbato para dar inicio al juego, el aliento por parte del hincha fue inexorable. Llegó el 1-0 por parte del conjunto tucumano, con gol de Ricardo Solbes, y aún así, la hinchada xeneize seguía incondicional con su aliento. Y los jugadores replicaron en la cancha. 

En el segundo tiempo, Benetti metió el 1-1 desatando una locura indescriptible en las tribunas. Las millones de pieles que observaban el partido por tele se erizaron. Y fue entonces cuando el árbitro dio por finalizado el encuentro. Y la hinchada... Para qué hablar, ¿no? Fue inexplicable. Todo ser humano que se encontraba en el estadio se colgó al alambrado. Gritó su locura, con un ímpetu que uno se preguntaría de dónde sacó. Pero el hincha de Boca lo entiende. Después de una década y un año, Boca fue campeón.

Lágrimas, sonrisas, gritos. El delirio del hincha, que convive con sentimientos indescriptibles a lo largo de la semana, que se van tensando con la cuenta regresiva que determina el momento de volver a apreciar a su Boca querido, fue excepcional. Los jugadores de Boca se les arrimaron para gritar con ellos la alegría que embargaba al pueblo boquense. Éstos se colgaron del alambrado, junto a los hinchas. Y en toda esa locura, fue cuando el alambrado cedió.


Los hinchas cayeron a la cancha, y los policías se acercaron rápidamente. Pero el hincha no tenía ganas de insultarlos, el hincha no tenía ganas de armar quilombo; el hincha tenía ganas de festejar. Los jugadores se cubrieron bajo el arco, y desde allí festejaron junto a ellos. El pueblo de Boca era feliz. El alambrado, un pedazo de alambre que no pudo hacer nada con la locura de miles, yacía inútil en el suelo, en tanto que los cientos de hinchas que cayeron sobre él les agradecían a los jugadores. 

Algunos hinchas invadieron la cancha y abrazaron los jugadores. De los que estaban colgados del alambrado, Giuntini fue el que más la sufrió: su ojo era un baño de sangre. Aún así, en tanto venían los de primeros auxilios y lo llevaban en la camilla, el jugador levantó la mano haciendo entender que estaba bien. Era un caos. La locura, plasmada en la realidad de lo cotidiano. Los hinchas, que quedaron aún colgados del alambrado pero que fueron amortiguados por el travesaño del arco, seguían gritando desde allí. Los jugadores se refugiaban bajo el arco y festejaban con ellos.


Este fue el día en el que lo que es Boca quedó referenciado con claridad. Situaciones extremas, que sobrepasan cualquier acto de humanidad. La locura de Boca no tiembla ante nada. Lo maravilloso, lo que uno no puede explicar. Eso es Boca. Y todo el mundo lo sabe.
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Selasa, 22 April 2014

Published 06.35 by with 0 comment

¡Eterna locura

¡Que no se apague la bengala, señor! ¡Esto no termina acá! Fíjese, el referí pita el silbato, y los jugadores se adentran a los vestuarios, ¡pero la fiesta continúa! ¡Hoy, mañana, siempre! ¡Somos Boca, señor, cante con nosotros! Tome, acá tengo una bengala más, aférrela como si de su alma se tratase, no la suelte por nada del mundo, que entre la oscuridad, esta es nuestra única luz. Observe la luna. ¿No le parece hermosa? La NASA te la pinta de blanco, ¡pero es dorada! ¡Amarilla, bañada en oro, como la franja que surca el campo azul en la camiseta que llevamos ambos puesta! ¿La ve con atención? ¿Se da cuenta de la coincidencia? ¡El cielo es azul, también! Linda combinación, ¿no le parece? Y hasta que la luna ilumine, y el anochecer la custodie, esta locura seguirá inexorable. ¡Álce la bengala, señor, que se va a prender fuego la casaca! ¡Bien en alto! Y ahora, ¿se da cuenta de lo que emana de ella? No es humo, no es ningún producto artificial que padeció ante la mano del hombre... ¡Es nuestro espíritu, nuestro corazón permanente, su palpitar constante, el delirio que perdura! ¿Advierte cómo se adhiere a la oscuridad del cielo, impregnando el aire, estando entre nosotros, obligándonos a hincar la rodilla ante su frenesí? ¡Nos vuelve locos! ¡No la suelte! ¡Agárrela con determinación! ¡Sirvámos a lo indescriptible, que después de estas paredes, nos confundimos entre lo marchito y perdido de la humanidad! ¡Este es nuestro mundo, acá permanecemos! Alce la mirada. Más allá de su bengala. ¿Visualiza a la luna, una pelota amarilla en medio del azul? Y se va deslizando ante la eternidad, ¿lo ve? Se escapa de nosotros, pero vuelve, siempre vuelve. No puede ser de otra forma. Pero, ¡mire bien! Ahora la sustituye otro dios. El sol. Brilla, con más intensidad que a la que sustituyó. Amarillo. Oro. Siempre así. Y el cielo se tiñe de un azul más piadoso, azul francia si quiere llamarlo con criterio. Pero, aún así, los colores se mantienen: azul y oro. Por la eternidad. ¡Su bengala no brilla más! ¡Es el día, el atardecer nos quema el cuello! ¡Las volutas de humo no destellan entre la oscuridad, porque ésta se consumió! El sudor recorre su frente. Siente la garganta seca, de tanto gritar amor, de tanto cantar aliento. Así que, con suavidad, con respetuosidad, quítese la camiseta. ¡Con cuidado, dije! Así, muy bien. Y ahora, con brusquedad pero cariño (contradictorio para quien no sea digno), ¡flameéla! ¡Como si de una bandera de tratara! ¡Representa su latido sentimental, sus emociones inexplicables, ríndale honor! El escudo susurra entre la confusión de colores azules y amarillos. ¡Y dése cuenta de dónde se encuentra parado! ¡Está en la Bombonera! Fíjese la arquitectura, el diseño, el césped verde, los colores, estudie todo, que no se lo olvidará jamás. Esta es su casa, éste es su paraíso. La representación física de sus sentimientos desconocidos e insostenibles. ¡Pero no deje de agitar la camiseta! ¡La fiesta no termina, le dije! Y ahora, si es digno lo verá... ¿Se da cuenta de entre quiénes están? No, no nos encontramos solos... 


Somos millones. Somos hermanos, familia, sangre compartida, sueños difundidos, miradas cruzadas, pensamientos en segundo plano, sentimientos como escudos. Escuche su corazón. Y ahora, escuche el corazón de todos. Sí, es unísono. Un pálpito cronometrado. Compartimos vida, compartimos muerte. Compartimos todo. Nuestra esencia, nuestra persona. Somos uno afuera de acá, pero todos adentro. Y todos somos uno. Su lugar en el mundo. ¿Es cristiano? No me lo diga, no hace falta. La religión de cada uno de nosotros es irrelevante. ¿Cree en la reencarnación? ¿No? No tiene importancia, porque muertos todos volvemos acá. Todos somos dignos. Advertirá, seguramente, que usted no es el único que sacude su camiseta. Todos lo hacemos. Inclusive yo. Y el sol se esconde, nace el crepúsculo, amanece la noche, la luna se impone, y sus estrellas titilan. Vuelve lo de antes, lo de siempre. Aquí tiene su bengala, permítame que se la prenda. Ahora, álcela bien en alto. Que la bengala acompañe la noche. Y grite. Cante euforia. Este pueblo siempre es feliz. Póngase nuevamente la casaca, con orgullo, bese el escudo, sienta los colores. Y acostúmbrese, que de esto no se escapa. Somos sirvientes, fundamentalistas de lo olvidado, las pasiones desconocidas. Siempre será así. Boca siempre será así. Usted, yo, eternamente así. La muerte es una fantasía. La vida también. Esto es lo único que existe. Y esto, no muere nunca.
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Selasa, 15 April 2014

Published 06.37 by with 0 comment

Dónde están los guerreros?

Eso me preguntaba mientras veía el repelente partido del domingo. Jugadores que deambulan aburridos por la cancha, distanciados entre sí. Con más delicadeza que ganas. Más sutileza que deternimiento. Más fineza que crudeza. Faltan huevos. Falta Boca. Y no queremos seguir viendo esta escena que se repite constantemente. No queremos ver a nuestro Boca encaminarse por este equivocado sendero. Recordamos a Boca. Lo recordamos con decisión y perfección. Sabemos qué es, y quién. Y esto no le corresponde. Miembros carecientes de emoción hacia la camiseta no pertenece a la logia bostera. Acá faltan soldados de Boca, que estén decididos a dejar todo por honrarle lo suyo al Xeneize y demostrar que siempre estuvieron a la altura de vestir su camiseta. Cuestión que, pronto, terminaría en agradecimiento mutuo. Pero no. Las cosas cambiaron, las acciones también. Personas que generan asco, al menos en lo futbolístico. Juego coqueto pero no del que nos gusta a nosotros, ese que nos identifica, ese que apelamos a concederle la expresión "a lo Boca".


Dónde están los guerreros? Samuel, Serna, Bermúdez, Giunta, Schiavi, Krupoviesa, Ibarra... ¿dónde quedaron sus herederos? ¿O el árbol genealógico murió así sin más? Dependemos de un pibe de 19 y un señor de 35, que fue criticado por millones hace unas semanas y ahora es el salvador de todos aquellos. Hipocresía. Soñamos con encontrar al correcto. Aguerrido, férreo, inamovible y decidido. Acá todos caminan con eufemismos. Hacen caños para que la hinchada coreé "Ooooole" en lugar de hacer un pase que te cambie el partido. Necesitamos más Riquelme y menos caralindas. Más Blas y menos promesas incumplidas que yacen en el ambiente del olvido.

Las palabras afuera sobran. Queremos reacciones que nos demuestren que, poco a poco, se van adaptando a la general idea con respecto a la expectativa que desprende la camiseta que incapaces visten. Menos quejidos y más meter la patita. Sin suplicar, porque Boca no va a caer tan bajo para hacerlo. Acá no se ruega. O se siente la casaca o no se siente. Es fácil. El que no la sienta, ya sabe dónde terminará después, y seguramente se hará una idea de qué club le interesa para ir a parar. El que sí la siente, que lo demuestre con hechos. Queremos sangre. Queremos barro. Lastimaduras sin sollozos, cicatrices sin lloriqueos, terminar lesionado por tirarse al piso y encajarle una patada al rival, y no porque se le canta a uno. Imitar a las estatuas del museo boquense. Seguir la pasión, el canto que emana el hincha, y no agradecerle con la prensa, sino, en la cancha. Queremos menos jugadores... y más guerreros. Entréguense. Si no salen campeón, el hincha agradecerá al menos que conciban sus vidas por los colores, y no que acumulen impotencia con sus vagas participaciones. Más Boca. Y nada más. Nada más.
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Minggu, 30 Maret 2014

Published 06.25 by with 0 comment

La hinchada de River pide a sus jugadores que pierdan para que Boca no salga campeón

Gimnasia puntero, con 30 puntos. Atrás, River con 28, igualando a Godoy Cruz. Los hinchas riverplatenses sueñan con consagrarse, ir dejando atrás el recuerdo inexorable del descenso, tratar de ocultar con algo esa mancha imborrable. Necesitan que su equipo gane estas tres fechas y dependen de que Gimnasia pierda al menos una. Y acá surge el tema del debate: en la última fecha, el Lobo se enfrenta a... Boca. Qué lío, ¿no? Así, los gallinas exclaman "¡Estos bosteros son tan amargos que seguro se tiran atrás para que River no salga campeón, como lo hicieron en 1991 contra Oriente Petrolero, para que River no clasifique a la Copa!". 


Da risa, ciertamente. Porque hablan de "tirarse atrás" como si fuera un delito, cuando ellos lo hicieron en el 1998. Sí, como lee. En dicho año, Boca lideraba el torneo Apertura y atrás venía Gimnasia, que si ganaba quedaba a un punto. Faltaban 18 unidades por jugarse aún, cuando en la fecha 13 River visitaba al Lobo. Y, ¿qué pedían los hinchas de River que concurrieron al partido? Perder. Le pedían a sus jugadores perder.


En el partido, Juan Pablo Ángel convirtió el primer tanto a favor del equipo de Núñez, y los gallinas gritaron el gol. Pero, sin embargo, pasaron los minutos y con cada gol que Gimnasia le propinaba a su equipo, lo gritaban como si se tratase de un gol a favor. ¡Los gallinas gritaron los 3 goles que el equipo de La Plata les metió, sólo porque así éste se arrimaba al Xeneize en lo alto de la tabla! Y los emplumados le pedían a sus jugadores que se dejaran hacer más goles, y que no intentaran contrarrestar la derrota. Exigían perder para que Boca no saliera campeón, y gritaban los goles. Y, para rematarla, ¿saben lo que cantaban los hinchas de River? Coreaban: "Movete River movete, movete dejá de joder, que esta hinchada está loca, hoy tenemos que perder". O sino "Che Gimnasia, che Gimnasia, la puta que te parió, te ponemos la tercera, para que salgas campeón".


Ahora, si tirarse atrás en un partido para que el equipo rival no salga campeón es un acto de cobardía, eso queda a su criterio. Lo que decimos, ahora, es que más allá de lo que haga Boca en la última fecha de este campeonato (que si no se preocupa por perder 3 puntos referencia la clara indiferencia al promedio, zona que sin embargo atormenta a River Plate por el resto de su vida), es indiscutible que River también se tiró atrás para que su clásico no saliera campeón. La mentira se acabó, gallina. Una vez más.
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